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miércoles, 14 de febrero de 2007

Transantiago

Hasta el momento, los únicos comentarios que he escuchado del transantiago son críticas.
Para formarme mi propia opinión in situ, hoy salí a experimentar el nuevo sistema de transporte público capitalino, aprovechando que aún es gratis y así tomar varias micros (7) para tener una muestra mayor que evaluar.
Anduve en Providencia y Santiago Centro, entre las 12 pm y las 4 pm. En general lo observado fue bastante diverso:
  • Me tocaron micros que iban llenas, repletas y con máximo 4 personas de pie.
  • Vi paraderos con la misma cantidad de gente que antes y con harta más gente.
  • Micros que funcionaban con un frecuencia adecuada y otras de una misma línea que iban una detrás de la otra.
  • Durante la noche (Providencia), pasan menos micros que antes y muy distanciado una de otra.
  • Todos los choferes sabían decirle a la gente que micro debían tomar a continuación para llegar a donde querían.
  • Todos los choferes se preocupaban de parar en los paraderos.
  • La línea alimentadora C-04, no tiene paradero terminal establecido, y espera en el paradero, motor en marcha, que llegue otra para partir.
  • Los choferes no peleaban entre sí, tirándose la micro encima o acelerando bruscamente.
Siempre me ha molestado que las cosas se analicen desde una sola perspectiva, y dado que hay tanto comentario negativo voy a decir lo que me gustan del transantiago:
  • La ciudad se volvió a llenar de colores (la única que no me gusta es la micro ploma).
  • Las calles están menos congestionadas de micros, lo cual permite ver más la ciudad.
  • Los choferes no compiten por los recorridos y pasajeros, lo cual hace que manejen con menor nivel de stres.
  • Aplaudo a las personas que se atrevieron a hacer un cambio radical (aunque creo, debieron implementarlo en etapas) y pensar con mira al futuro, y no seguir planteando tímidas soluciones parches que no alteren al gremio-mafia de los micreros.
Les invito a ver los otros aspectos del transantiago, despertar de la masa negativa y formarse una nueva y propia opinión.

Reflexionando acerca del amor

Inspirada por este 14 de Febrero, reflexioné sobre el amor.
De la experiencia vivida con Juanjo (mi pareja) durante 10 años, he podido concluir:
  1. Amar es una decisión
  2. Amar es darse
Amar es una decisión. Pasada la fase inicial de enamoramiento se comienza a descubrir las falencias y defectos del otro, lo que no me gusta, y es entonces, con este conocimiento, cuando decido seguir mi plan de vida con esa persona a pesar de estas diferencias, es decir, decido amarlo.
Amar es darse. Es común y fácil confundir el amar con dar, cualquiera puede dar, pero darse es un acto de extrema generosidad que involucra todo mi ser; esto es difícil, y sin amor verdadero es imposible darse.

miércoles, 7 de febrero de 2007

Señorita, se encuentra usted bien?

Esta semana varios profes (del gym) han salido de vacaciones y están siendo reemplazados por nuevos profesores.
Hasta el momento ninguno hacía su clase con música, pero hoy, una profe nueva, hizo su clase con música.
El estilo era algo tribal (tambores y cánticos) y árabe (guitarras y cánticos lamentosos, distinto de lamentables).
Al principio me imaginaba caminando por el desierto, envuelta con túnicas y velos negros, todo de lo más romántico, un jinete nómada galopando en su corcel negro saliendo a mi encuentro, sol, arena, sed, calor...... mmmmm, clima agotador para además estar haciendo ejercicio.
Entonces me dejé llevar más por los tambores y me trasladé a la sabana africana. Top, noche despejada y fresca, un gran hogera en el centro del campamento, danzas liberadoras alrededor de las llamas, y más música de tambores que aceleraban el ritmo, el calor de la hogera y el baile de sus llamas, todo muy hipnótico y agradable......
Voces, otra vez las voces, algo decían, murmuraban a lo lejos. Una sombra se avalanzó sobre mí, ¡horror, una hiena loca! Encima mío, con sus ojos pequeños y su hocico feroz, me preguntó "¿se encuentra usted bien?".
Abrí los ojos, con más desconcierto que miedo, la hiena me hablaba amablemente y usaba calzas rojas.
"Si", le respondí, "creo que me he quedado dormida, gracias". Mi vecina de colchoneta volvió a su puesto y la clase prosiguió.
Debo reconocer que fue una situación bastante vergonzosa y fue una lucha no volver a quedarme dormida, envuelta por el sonido de los tambores y la danza de las llamas de la hoguera.