Breve relato sobre el amor urbano
Siempre estaban ahí.
Abrazados, a veces basándose, mientras toda la multitud pasaba sin mirarse y sin mirarlos.
Un día de finales de otoño, los volví a ver en el mismo lugar, pero esta vez había unos 50 centímetros de distancia entre ellos. La niña miraba el suelo y el niño, cabeza en alto, perdía su mirada en el horizonte. No se tocaban, pero los dedos de sus manos parecían extenderse y alzarse hacia la mano del otro.
Al día siguiente no los volví a ver. Y hasta hoy, la esquina de la bajada del metro Sótero del Río está vacía.
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